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Tanto sol y nadie que me toque la espalda.
La playa está vacía, no tengo familia,
a los treinta años me mudé para acá.
Tanto sol, hace calor y con razón, nadie viene por acá:
el mediodía y el olor
del salmón medio podrido que
me apoyé en la espalda para atraer a las moscas
que después uso para pescar
son el límite.
.